La construcción de la memoria cultural de un pueblo es un desafío particular. Lo efímero de las realizaciones artísticas tienen en contra el paso del tiempo, ya que quedan recuerdos borrosos (atravesados habitualmente por las emociones que se vivieron durante una representación) más que registros concretos de las experiencias, salvo alguna que otra foto aislada o crítica publicada.
En los últimos años se ha trabajado para construir diversos archivos que permitan tener un abordaje más integral de propuestas y trayectorias. En ese universo se inscribe el libro “30 años de la Fundación Teatro Universitario de Tucumán”, que fue recientemente lanzado en una lujosa edición de 454 páginas a pleno color y con un relevamiento que abunda en imágenes de las puestas en escena que encaró este colectivo y de sus sucesivos integrantes; reproducción de los programas de mano y afiches; croquis y planos de escenografías; copias de notas periodísticas y sinopsis de las 71 obras concretadas y de sus autores (más el anuncio de que este año está previsto el montaje de “La fiesta del viejo”, el texto de Fernando Ferrer a partir del “Rey Lear” de William Shakespeare). La publicación está a la venta en El Griego Libros.
La vida de la Fundación es posible por Ricardo Salim, quien sintetiza en la frase “la pasión por el teatro no muere” su energia creadora. “Hacer este libro requirió casi dos años de trabajo. En él participamos actores, fotógrafos y diseñadores, que pacientemente recopilamos los registros de nuestro trabajo durante estos 30 años”, describe en su presentación. El recorrido por sus páginas permite discurrir por distintos géneros, con un repertorio que va de la comedia a la tragedia, de la ópera a la representación al aire libre (como las memorables “La Pasión” en Tafí del Valle, la evocación de la batalla de Tucumán o “El milagro de Lourdes”), del verso al musical, de lo clásico a lo contemporáneo.
El relevamiento abre con “...Se hace camino al andar...”, la obra con la que comenzó el grupo en 1990 en el Teatro Alberdi (entonces recientemente reinaugurado), con las actuaciones de Norah Castaldo, María Angélica Robledo, Alfredo Fenik y Salim, quien también ofició de director. En ese mismo año y sobre ese escenario se montó “Orlando furioso”, del poeta renacentisca Ludovico Oriosto. Marca los pasos de la Fundación por salas alquiladas en el exColegio Los Ceibos y en El Círculo de la Prensa y su establecimiento en el espacio propio de San Martín 91, aparte de representaciones en espacios no convencionales. Y tiene un amplio reconocimiento a todos los colaboradores que acompañaron el proyecto en este tiempo (en todos los órdenes, desde técnicos hasta artísticos), junto con los premios y reconocimientos obtenidos y los trabajos especiales que se realizaron desde esta entidad.
Salim recuerda, en su texto introductorio, que en 1964 el entonces rector de la Universidad Nacional de Tucumán, Eugenio Flavio Virla, creó el Teatro Universitario a partir de una propuesta de Boyce Díaz Ulloque, quien pasó a ser su director. “A lo largo de 14 años se formaron actores y técnicos y se realizaron numerosos montajes de teatro universal y argentino (...). Obtuvo numerosos galardones tanto en lo artístico como en lo técnico, a nivel nacional y provincial. Se logró un público cautivo de 3.000 espectadores por montaje. Luego del golpe militar, el gobierno decidió cerrarlo en 1979, lo que fue una gran tragedia para la comunidad teatral y para la sociedad tucumana”, evoca el actor, director y diseñador teatral.
La historia de ese proyecto se retoma una década más tarde, y de un modo muy distinto. “Sin apoyo económico ni político, decidimos formar un grupo independiente con el objeto de montar espectáculos, formar, realizar tareas de extensión cultural y recuperar el público perdido. Así constituimos en 1990 la Fundación Teatro Universitario, en homenaje al desaparecido Teatro. Deseamos que esta recopilación nos ayude a evaluar lo hecho, a recordar a todos aquellos que ya no están entre nosotros y que permita a generaciones futuras mantener la memoria de lo ocurrido en Tucumán durante estas décadas”, concluye Salim.